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27 October 2008

El 16% de las personas que sufren una pérdida de un ser querido sufren depresión

Un 16 por ciento de las personas que sufren la pérdida de un ser querido presentan un cuadro depresivo durante el año siguiente al fallecimiento del familiar o amigo. Una cifra que se incrementa hasta aproximadamente el 85 por ciento en la población mayor de 60 años.
Cerca de 5 de cada 100 personas pueden experimentar alucinaciones e incluso sentimientos de culpa que se intensifican tras cumplir el periodo normal de adaptación a la pérdida, es lo que los especialistas denominan como duelo patológico.
El duelo es un proceso adaptativo normal ante una pérdida que tiene consecuencias psicológicas (tristeza), biológicas y sociales, suponiendo uno de los acontecimientos más estresantes que debe afrontar el ser humano.
El duelo tras la pérdida de un ser querido es un proceso normal de adaptación y por tanto no se considera una entidad patológica psiquiátrica. Un periodo que suele durar entre 6 y 12 meses, pero que en algunos casos se prolonga en el tiempo, se intensifica apareciendo síntomas cercanos a la depresión que incluso impiden la vida normal de las personas, esto es lo que se denomina duelo patológico.

En este sentido hay que señalar que el duelo puede convertirse en duelo patológico cuando su gravedad y duración no guardan proporción con la pérdida. Por tanto, es importantísimo hacer un buen diagnóstico diferencial, apoyar el duelo normal y probablemente tratar o derivar el patológico si los síntomas son graves.
Para los especialistas, una vez diagnosticado el tipo de duelo en los procesos adaptativos normales, no hay que tratarlos porque todo el mundo tiene y debe asumir el pasarlo mal ante una pérdida. Sin embargo, los expertos confirman que "cada vez más personas demandan tratamiento para no sufrir, y es que vivimos en una sociedad que no está preparada para el sufrimiento. El tratamiento farmacológico a medio y largo plazo no debería estar recomendado para duelos no patológicos, ya que impiden que este se resuelva con normalidad".
Pero el periodo de duelo no sólo se debe al fallecimiento de personas cercanas, entendido como un proceso de adaptación en una pérdida, se pueden experimentar los síntomas ante cualquier ausencia vital.

"Encontramos duelo en personas que pierden su trabajo, que quedan invalidas por un accidente de tráfico, o mujeres a las que se les ha practicado una mastectomía .... y por supuesto se puede cronificar e intensificar hasta convertirse en patología como por el fallecimiento de una persona", aseguran los psiquiatras.


-COMPONENTES DEL PROCESO DE DUELO

1.- Shock: Aparece en los momentos iniciales, y su duración es mayor cuando el suceso es imprevisto. Se asocia a apatía y sensación de estar fuera de la realidad.
2.- Desorganización: Ocurre también al principio del proceso. Se acompaña de desesperación y absoluta desestructuración del funcionamiento del individuo en cualquiera de los ámbitos vitales.
3.- Negación: Es una forma frecuente de reacción ante sucesos inesperados. El individuo puede esperar la llegada o la llamada de la persona desaparecida y actúa como si nada ocurriese.
4.- Depresión: Representa la progresión a una fase adaptativa más realista. Confirma que el proceso del duelo se esta llevando a cabo de forma adecuada.
5.- Culpa: Consiste en pensamientos recurrentes, casi obsesivos, en relación a lo que se podría haber hecho para evitar el suceso. Son más frecuentes si no se ha podido despedir del fallecido o si las relaciones con él no eran buenas.
6.- Ansiedad: Surge ante el miedo, en muchos casos justificado, de los cambios que ocurrirán en la vida del paciente después del suceso (ej. soledad, dificultades económicas, etc.). Es el miedo a tener que sobrevivir sin la persona fallecida porque satisfacía una serie de necesidades.
7.- Ira: Puede ir dirigida hacia familiares o amigos que no han "ayudado" durante el suceso o hacia personas que todavía disfrutan de lo que el paciente ha perdido (ej: otras personas que conservan sus cónyuges o sus hijos). En ocasiones la ira se puede dirigir hacia el personal sanitario (reacción frecuente en plantas oncológicas y en urgencias) o incluso hacia el fallecido por haber abandonado a los supervivientes.
8.- Resolución y aceptación: Ocurre cuando el paciente ha podido adaptarse a la pérdida de la persona y asumir las modificaciones que producirá este suceso en su vida. No siempre se alcanza esta fase.


**García-Campayo J, Mendive-Arbeloa JM. En: Programa LUNDBECK de Formación Continuada Trastornos del Ánimo en Atención Primaria. 2ª edición. Madrid: Adalia farma; 2007. p. 37-71.

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