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28 November 2008

Alcohol y deporte: una relación muy desaconsejable

Contrariamente a lo publicado recientemente en algunos medios de comunicación, el consumo de alcohol mezclado con la práctica de ejercicio físico deshidrata debido a sus conocidos efectos diuréticos. Así, la ingesta de alcohol favorece la deshidratación ya que aumenta la producción de orina en 10 ml por cada gramo de alcohol ingerido.
Las bebidas con un contenido igual o mayor a un 4% de alcohol (una cerveza está entorno al 4,5%) retrasan el proceso de recuperación por su conocido efecto diurético. Por ello, es una práctica muy desaconsejable tomar unas cervezas después de entrenamientos o partidos. El alcohol favorece la deshidratación, e incluso en grado mínimo (pérdidas equivalentes a un 1% del peso corporal) puede tener un efecto negativo sobre el rendimiento.
Según Julio Salinas, ex jugador del Barça, “Tomar una cerveza para hidratarse después de practicar cualquier deporte es una auténtica barbaridad. El alcohol nos deshidrata y retrasa el proceso de recuperación. Lo que hay que hacer es beber agua o bebidas isotónicas para recuperar los minerales que perdemos con la transpiración”.

En esta línea, la Dra. Victoria Pons, Coordinadora de la Unitat de Ciències de l’Esport, Jefe del Departamento de Nutrición del CAR de Sant Cugat del Vallès, aclara “El alcohol estimula la diuresis lo que va en sentido contrario de nuestro interés si queremos permanecer bien hidratados. La deshidratación implica por lo menos una disminución del rendimiento y en el peor de los casos un peligro letal. Las consecuencias de la deshidratación son proporcionales al volumen de sudor producido. Si perdemos un 1% del agua corporal sentimos sensación de sed; del 2 al 3% reducen el rendimiento alrededor de un 10%; entre un 4 a 6% puede reducir el rendimiento hasta un 20-30%; y del 6 al 8% se sufre una debilidad importante”.

Esta experta desaconseja el consumo de cerveza después de la práctica deportiva. “Si la actividad es intensa y ha supuesto una pérdida hídrica considerable, la cantidad de líquido necesaria para su recuperación en bebida alcohólica está del todo contraindicada por su efecto sobre la diuresis y sobre el sistema nervioso central”.

-Efectos en el deporte

Los profesionales del deporte también suelen restringir severamente el consumo de alcohol después de una actividad física, ya que como bien expresa la Dra. Pons “La ingesta de alcohol reduce el tiempo de reacción, altera el equilibrio, la coordinación ojo-mano y la percepción visual, lo que justifica sobradamente no recomendarlo para los deportistas”.

Algunos estudios demuestran que los efectos negativos del alcohol (disminución del tiempo de reacción, torpeza en la coordinación ojo-mano y ojo-pie, de precisión y equilibrio, todas ellas cualidades esenciales en deportes en los que la destreza y la técnica influyen de forma determinante en el rendimiento) pueden incluso persistir durante las siguientes 24 horas tras su ingesta, incluso consumido en pequeñas cantidades, y, especialmente si lo consume un deportista.

El alcohol puede además interferir en el almacenamiento de glucógeno muscular y de esta forma limitar una adecuada reposición de las reservas energéticas del músculo, durante el periodo de recuperación en el que éste debe ser un objetivo prioritario.

También se puede afirmar que el alcohol disminuye nuestra capacidad de resistencia por sus efectos sobre el metabolismo de los hidratos de carbono (disminuye la disponibilidad de glucosa en la sangre), sobre el sistema cardiovascular (puede disminuir la contractilidad del corazón y por tanto su capacidad para enviar oxígeno al resto de nuestro organismo) y sobre la capacidad de termorregulación (por su efecto vasodilatador que favorece la pérdida de calor).

-Jóvenes deportistas y su relación con el alcohol

A pesar de ello, se ha observado un incremento del consumo de alcohol entre los que jóvenes que practican deporte de forma regular; supuestamente alentados por las promesas de salud derivadas de su ingesta, que se vienen lanzando al mercado desde hace años y que no se ajustan a la realidad.
Recientes estudios evidencian la peligrosa relación entre alcohol y deporte. Este es el caso del Instituto Suizo para Problemas de Alcohol y otras Drogas, que hace dos años realizó un trabajo con una muestra de 10.000 escolares, entre 11 y 16 años, en el que concluyó que los adolescentes que realizan deporte de manera intensa y de alto nivel tienen mayores probabilidades de consumir alcohol y tabaco que los jóvenes que realizan ejercicios físicos con menor regularidad.

Los deportistas de élite son los adolescentes que fuera de los horarios lectivos practican con regularidad y de manera intensa un deporte determinado. En este grupo, el riesgo de consumir excesivas cantidades de alcohol aumenta un 37% con respecto al grupo de las personas activas.

Ya en la pasada década, la universidad de Southern, Illinois, realizó un trabajo en el cual se investigó durante 19 meses a 51.500 estudiantes, mediante entrevistas y cuestionario. La conclusión fue el elevado consumo de alcohol entre los alumnos universitarios que practicaban deporte, publicado por la “Revista Journal of American College Health”. En el trabajo se observó que el consumo de alcohol más elevado correspondía al grupo de estudiantes que practicaban algún deporte, frente al menor consumo de quienes no hacían alguna actividad deportiva.

Por ello es vital favorecer el desarrollo de acciones e informaciones que promuevan un estilo de vida saludable y prevengan, especialmente a los más jóvenes, de los nocivos efectos de la ingesta de alcohol sobre el rendimiento físico y demás alteraciones agudas o crónicas que se pueden producir (lesiones y trastornos mentales y del comportamiento, enfermedades cardiovasculares, varios tipos de cáncer, afecciones gastrointestinales, pulmonares y músculo-esqueléticas, trastornos reproductivos, daño prenatal, …). Es responsabilidad de todos.
En definitiva “Habría que hacer el esfuerzo de leer entre líneas para poder descifrar los mensajes que inducen a error y confunden a la gente. El daño que produce el alcohol es comparable al del tabaco.” concluye Julio Salinas.

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