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20 April 2009

La disfunción eréctil afecta a casi uno de cada dos pacientes con patología cardiovascular

La capacidad para llevar a cabo una actividad sexual normal es un componente de vital importancia en la calidad de vida, por eso la disfunción sexual supone una pérdida considerable de bienestar.
Este problema resulta "más frecuente de lo que habitualmente pensamos y afecta a una parte importante de hombres y mujeres con enfermedad cardiovascular", señala el Dr. Miguel Cobos, cardiólogo de la Fundación Española del Corazón (FEC).
En este sentido, diversos estudios han puesto de manifiesto que en "prácticamente todas las patologías cardiovasculares, uno de cada dos pacientes presenta algún grado de disfunción sexual". En concreto, tras un infarto agudo de miocardio (IAM), la disfunción eréctil afecta a entre el 50 y el 75 por ciento de los pacientes. En términos generales, cuanto mayor es la gravedad de la patología del paciente, más prevalente resulta la disfunción eréctil.
Los factores habituales de riesgo cardiovascular —diabetes, tabaquismo, hipertensión, hipercolesterolemia y obesidad— resultan "predictores de disfunción eréctil, puesto que la erección es un fenómeno vascular", matiza el Dr. Cobos. Como consecuencia, la mejora de los factores de riesgo mejorará simultáneamente la salud sexual.
Además de los factores biológicos implicados en el origen de la disfunción eréctil, en determinados casos, tras haber padecido un accidente cardiovascular, existe cierta inseguridad y miedo a que se reproduzca un episodio coronario, "lo que contribuye de forman directa a que se produzca disfunción eréctil".

-Tratamiento farmacológico
En general, el tratamiento de la patología cardiovascular tiene un impacto positivo en la función sexual. No obstante, determinados fármacos empleados frecuentemente para tratar las patologías cardiovasculares (betabloqueantes y diuréticos) tienen un efecto negativo sobre la función eréctil, lo que provoca que, en ocasiones, el paciente abandone el tratamiento.
"Sin embargo, en la mayor parte de los casos es posible modificar el tratamiento o reajustar la dosis, con el fin continuar tratando el problema cardiovascular sin perjudicar la función sexual del paciente", apunta el Dr. Cobos.
En definitiva, la clave reside en que la comunicación médico-paciente sobre temas de salud sexual se aborde con franqueza y naturalidad por ambas partes.

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