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27 November 2009

El 65% de los pacientes que hacen un testamento vital son mujeres

El 65% de los que hacen un testamento vital son mujeres. El 56% tiene estudios universitarios y en uno de cada dos casos, el motivo que les llevó a rellenar este documento es la existencia de una persona cercana con una enfermedad irreversible. Estos datos proceden de un estudio1 que ha analizado el perfil de los pacientes que toman esta decisión y el papel del médico en el testamento vital o Documento de Voluntades Anticipadas (DVA). Esta investigación se ha presentado en el último congreso de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) que estos días se celebra en el Palacio de Congresos de Barcelona.
A la doctora Carmen Santos de Unamuno, del Grupo de Trabajo de Bioética de semFYC, no le sorprende que haya más mujeres dispuestas a hacer un testamento vital. "Ellas por lo general están más preocupadas por su salud y tienden a tener conductas más sanas. Acuden con mayor frecuencia al médico y suelen buscar más información sobre estos temas a través de diferentes canales. La educación también es un factor de influencia; por eso es más habitual entre los universitarios. No obstante, no todas las personas con formación se enfrentan a la muerte de la misma manera. En todos los grupos sociales hay quien es capaz de pensar en la muerte con serenidad y quien no puede soportarlo".
Según el estudio presentado en Barcelona, el 53% lo hace porque tiene una persona cercana con una enfermedad grave o irreversible. Como dice esta experta, cuando se asiste a los momentos finales de la vida de una persona querida es cuando realmente "nos vemos frente a la muerte sin disfraces, como algo inevitable que nos acabará afectando personalmente como a todo ser humano. Todavía hoy podemos comprobar que es posible mal morir, porque al final de la vida hay que tomar decisiones difíciles sobre si el objetivo de los cuidados sanitarios es mejorar la calidad de vida o alargar la vida. A veces hay que decidir entre calidad y cantidad. Es muy normal escuchar a nuestros pacientes decir que no quieren pasar por lo que han visto sufrir a otros en los últimos momentos. Además debemos tener en cuenta que la formación clásica de los médicos del siglo XX es considerar la muerte como un fracaso de la Medicina. Es importante recuperar la importancia de los cuidados en medicina, cuando no hay posibilidades de recuperación siempre podremos acompañar a esa persona enferma procurando su mayor bienestar y el de sus familias".

-Aún son pocos
El trabajo difundido en el Congreso de semFYC revela que aún es muy escaso el número de personas interesada en conocer el DVA. Así por ejemplo, el estudio trabajó sobre los datos de dos centros de salud urbanos (que juntos suman una población asignada de 70.000 habitantes) y sin embargo sólo se recogieron 84 DVA, lo que supone una prevalencia de 0,12%. El DVA no ha empezado hasta hace poco tiempo a formalizarse. La implantación en Europa es irregular, y en los países mediterráneos casi inexistente. Incluso en los países en los que se introdujo hace casi dos décadas los porcentajes no superan el 10% de la población. "En determinados grupos", apunta la doctora Santos de Unamuno, "puede ser más elevado, como es el caso de los Testigos de Jehová, que rellenan el DVA con más frecuencia para asegurarse de que no se vulneran sus principios en caso de sufrir una enfermedad que requiera una transfusión de sangre. En otros entornos, como en las residencias de ancianos en las que se informa a todos los internos, los porcentajes también suelen ser más altos".
Esta experta cree que el bajo porcentaje de DVAs es algo normal, un derecho de los ciudadanos fundamentado en el principio de autonomía del individuo que llevará su tiempo incrementar, y subraya que la formalización del documento es un paso más dentro del proceso, y no es el primero ni el más importante en la planificación de los cuidados al final de la vida. "Muchos ciudadanos aunque son partidarios de hacer un DVA saben que es un trámite que requiere una importante reflexión previa y es difícil encontrar el momento para poner por escrito nuestros deseos. A no ser que se tenga una enfermedad con mal pronóstico, las personas sanas pensamos que podemos dejarlo para más adelante y eso es lo que hacemos", añade.
En relación a la participación del médico, que también es materia de análisis del estudio, el 54% la consideró satisfactoria pero escasa. La DVA o testamento vital es un derecho de los ciudadanos fundamentado en el principio de autonomía del individuo. Por eso, como dice la doctora Santos de Unamuno, "los profesionales sanitarios debemos saber informar a nuestros pacientes sobre la posibilidad de hacer el DVA, facilitando así el proceso de reflexión previo a la elaboración de este documento. Los médicos vamos teniendo algo más de formación pero todavía poca experiencia, las leyes son recientes y más aún la organización concreta de la formalización y el registro oficial. Y para dificultar aún más las cosas las comunidades autónomas han legislado de forma heterogénea".

-Internet, la fuente de información más consultada
La fuente de información más consultada para este asunto fue Internet. Algo normal, según esta experta, ya que los ciudadanos interesados buscan hoy a través de esta vía información de muchas otras cuestiones relacionadas con la salud. "Es una magnífica herramienta de conocimiento. De hecho, todas las Comunidades Autónomas tienen en su página web información para la población sobre voluntades anticipadas, para qué sirven y cómo formalizar el documento según la legislación vigente en cada comunidad. Los médicos no somos ajenos a la sociedad en que vivimos y también para nosotros la habilidad para hablar de la muerte se va adquiriendo poco a poco, afortunadamente el DVA es una buena excusa para abordar el tema. Es difícil que charlemos serenamente con los pacientes si previamente no hemos reflexionado sobre nuestra propia muerte".

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