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22 October 2012

El buen manejo de la dosis farmacológica puede ayudar a mantener el control a largo plazo del Síndrome de Piernas Inquietas


 El Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) o enfermedad de Willis-Ekbom, es una enfermedad neurológica que consiste en la aparición de molestias como pinchazos, hormigueos, inquietud o dolor en las extremidades inferiores durante el reposo, lo que provoca la necesidad urgente de moverlas para aliviar estos síntomas. De carácter crónico, y sin cura conocida hasta el momento, sus síntomas acompañan al paciente durante muchos años de vida. En la actualidad, el tratamiento de primera línea -los agonistas dopaminérgicos- han demostrado su eficacia en estudios a corto plazo. Por eso, los especialistas reconocen que utilizar las dosis más bajas posibles en cada momento y hacer, si se puede, periodos de vacaciones de medicación, puede ayudar también, en algunos casos, a mantener un control más prolongado de la enfermedad.

La II Masterclass Nacional sobre Síndrome de Piernas Inquietas, organizada recientemente por UCB en Barcelona, ha contado con más de 60 expertos en Neurología especializados en enfermedades del sueño y neurólogos generales interesados en adquirir un conocimiento más profundo del SPI, “con el que, dada su elevada incidencia –alrededor del 6% de la población-, tendrán que enfrentarse en muchas ocasiones durante el desarrollo de su actividad profesional”, indican los coordinadores de la jornada: el Dr. Álex Iranzo, del Servicio de Neurología del Hospital Clínic de Barcelona, y el Dr. Juan José Poza, de la Unidad de Trastornos del Sueño del Hospital Donostia de San Sebastián.

Durante la jornada, los especialistas han analizado todos los avances desarrollados en el abordaje del SPI. “En el último año se ha producido una investigación muy activa, que ha permitido mejorar el conocimiento de las bases genéticas de la enfermedad, delimitar mejor sus características clínicas y tener evidencias del tratamiento a largo plazo que pueden permitir desarrollar mejores estrategias terapéuticas”, explica el Dr. Poza.

En esta línea, los resultados de un estudio prospectivo, multicéntrico y de cinco años de duración, han demostrado la eficacia del parche de rotigotina durante este tiempo como tratamiento efectivo del SPI”, advierte el Dr. Álex Iranzo. Estos datos son especialmente relevantes si se tiene en cuenta que ciertos fármacos que a corto plazo consiguen una mejoría notable de los síntomas del SPI, en ocasiones, a largo plazo, provocan el efecto conocido como ‘potenciación’, un empeoramiento del cuadro sintomático, con mayor intensidad de las molestias, mayor duración y extensión a otras zonas del cuerpo que inicialmente no estaban afectadas.

Otro de los aspectos comentados por los asistentes han sido las recomendaciones recogidas en las guías de tratamiento del síndrome de las piernas inquietas de la SEN-SES(Sociedad Española de Neurología-Sociedad Española del Sueño). “Estos documentos revisan la eficacia que ha demostrado hasta el momento cada fármaco disponible, de modo que ofrecen una visión actual del abordaje del SPI y definen los tratamientos que se deben utilizar de inicio y los que constituyen una alternativa válida para los pacientes que no responden a las primeras opciones. Al mismo tiempo, pretenden orientar sobre cuándo se debe plantear un tratamiento y cómo seguirlo”, comenta Juan José Poza.


Relación con otras patologías
A lo largo de la II Masterclass Nacional de Síndrome de Piernas Inquietas de UCB, los especialistas también han tratado la relación del SPI con otras patologías neurológicas y con el riesgo de enfermedad cardiovascular. Con respecto a este último punto, la principal conclusión es que “las últimas evidencias indican que puede haber una relación causal entre padecer SPI y riesgo de infarto de corazón o cerebral, aunque los datos todavía no son contundentes y hemos de ser cautos”, declara el Dr. Iranzo.

Entre la polineuropatía y el Síndrome de Piernas Inquietas (también llamado enfermedad de Willis-Ekbom), en ocasiones, se dan confusiones porque las dos patologías pueden ocasionar molestias y dolor en piernas, más intensas por la noche y que mejoran, en mayor o menor medida, con el movimiento y la distracción. “Sin embargo, aunque los síntomas puedan parecerse, muchas veces una buena anamnesis y exploración física del paciente pueden detectar los matices que orientan hacia uno u otro diagnóstico”, advierte el Dr. Poza.

Los asistentes también analizaron la relación entre SPI y enfermedad de Parkinson, dos patologías derivadas de una disfunción en las redes neuronales que emplean la dopamina como neurotransmisor. “Pero la relación entre ambas entidades termina aquí. La enfermedad de Parkinson es degenerativa, progresiva y afecta fundamentalmente a neuronas dopaminérgicas de una zona del encéfalo llamada sustancia negra, mientras que en el Síndrome de Piernas Inquietas hay disfunción, no degeneración, de otras vías dopaminérgicas no relacionadas con la sustancia negra. Además, es importante tener en cuenta que a día de hoy no hay evidencias de que una enfermedad predisponga a sufrir la otra”, concreta el especialista del Hospital Donostia.

A la hora de analizar el proceso diagnóstico de un cuadro de SPI, el Dr. Álex Iranzo puntualiza: “la historia clínica suele ser suficiente en la gran mayoría de los casos. Sin embargo, en situaciones dudosas, es conveniente hacer exploraciones complementarias como una polisomnografía, una prueba terapéutica con un agente dopaminérgico o un test de inmovilización, con el objetivo de ayudar a precisar cada caso”.


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