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29 May 2014

De la hipnosis al desflurano para paliar dolores: 125 años de evolución y curiosidades sobre la anestesia

Dräger, una de las empresas líderes en el desarrollo de tecnología médica, celebra su 125 aniversario repasando algunos de los hitos más importantes en la evolución de la medicina y sus equipos. Entre ellos, el de la anestesia, cuyos avances siempre han ido encaminados a mejorar la calidad de vida de los pacientes y la seguridad en las operaciones quirúrgicas.

Aunque en el año 1275 el médico mallorquín Ramón Llull ya experimentaba con un líquido volátil, no sería hasta 1730 cuando recibiría el nombre de éter. Pero la popularización del éter como fármaco anestésico no se produciría hasta el 16 de octubre de 1846 cuando el médico William T. Green Morton anestesia por primera vez a un paciente, con una esponja empapada en éter depositado en una esfera con dos orificios y una válvula de cuero. Antes el frío, el alcohol, las drogas, los herrajes incandescentes o la hipnosis se habían usado como alternativas para apaciguar el dolor durante una operación.

En este contexto el reto de mezclar bien los gases y conseguir dosificarlos en la proporción adecuada al tiempo que se administra oxígeno para mantener la respiración, serán el punto de partida para algunas de las grandes innovaciones médicas realizadas por Dräger desde finales del siglo XIX. Algunos de esos diez hitos fueron:

1)    El aparato de oxicorte: en Lübeck, en el año 1896, se consigue mezclar con precisión dos gases en el aparato de oxicorte que Bernhard Dräger había desarrollado sobre la base de sus investigaciones científicas sobre la dosificación de oxígeno, en cooperación con su padre.

2)    El origen de una compañía: los trabajos conjuntos del Profesor Otto Roth, doctor en medicina y cirujano en Lübeck, con sus amigos de la familia Dräger, les lleva a crear el equipo Roth-Dräger, el primer aparato de anestesia con alimentación continua de oxígeno y que dos años más tarde conformaría el renombre de la empresa.

3)    La invención del inyector: los primeros prototipos de 1901 aún tenían una desventaja fundamental. Durante la evaporación, el cloroformo se enfría tan rápido que no se puede dosificar con exactitud con el paso del oxígeno. Todo cambia con el inyector, patentado en agosto de 1902, que añade cloroformo e, inmediatamente después, éter al flujo de oxígeno en gotas controlables con precisión.

4)    Médicos mareados por los gases: en estos primeros años los aparatos aún tienen un aspecto muy técnico, e irán evolucionando para optimizar la seguridad laboral y del paciente así como la protección del ambiente. La ampliación en un dispositivo de sobrepresión combina, por primera vez, la anestesia dosificable con la ventilación por sobrepresión, sin embargo, los gases anestésicos siguen mareando al personal médico. Se replican soluciones usadas en la minería, pero no terminan de funcionar en los quirófanos porque la cal sodada no solo absorbe el dióxido de carbono tóxico del aire espirado, sino que también descompone el cloroformo anestésico. A mediados de los años 1920, surge la solución a este problema en forma de una combinación de óxido de nitrógeno y éter, como anestésico.

5)    Llega la termoeterización: en 1934, el actual Vapor, un vaporizador de gas anestésico en su modelo básico, inicia su larga evolución. El éter líquido gotea sobre una bandeja de plata, calentada constantemente a 60 grados, y se evapora a esta temperatura esparciéndose en una fina estructura molecular. El aparato de anestesia en sí resulta quedarse en un mero episodio, pero la tecnología de calentamiento es, desde entonces, uno de los secretos mejor guardados de los ingenieros.

6)    Aparece el gas hilarante: el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 traerá nuevos cambios al mundo de la anestesia, pues el gas hilarante se establece como narcótico y la competencia internacional adapta sus desarrollos a esta tendencia.

7)    Cambio de concepción: el Rotameter, en 1948, es el primer dispositivo que mide directamente el flujo de gas, en vez de la presión, como se solía hacer hasta entonces. Además, este Modelo F contiene como innovación mundial la opción de aspiración bronquial independiente de motores o de electricidad que aplica el conocido principio del inyector –en este caso, como eyector– y, con ello, la presión del gas.

8)    Ventilación automática: con el Romulus, Heinrich Dräger inicia, en 1952, la tradición de poner a los equipos de anestesia nombres inspirados en figuras históricas o míticas de la Antigüedad grecorromana. En esta época, se combina, además, un equipo de anestesia con el Pulmomat para una ventilación automática y regular del paciente con oxígeno comprimido.

9)    Nuevos retos con el halotano: cuando, a finales de los años 1950, sale al mercado el halotano, un anestésico seguro y potente pero altamente volátil, Dräger se enfrenta al reto de conseguir vaporizar de tal modo que se garantice una concentración constante durante toda la intervención. En su interior alberga tanta ciencia que dicen que, durante muchos años, la competencia calibraba sus productos con un Vapor de Dräger. Entre los secretos de la empresa, que se guarda en la caja fuerte, figura la receta para una aleación de metales con características térmicas y mecánicas especiales: el oro de Dräger.

10) Más allá de una simple máquina: el Cicero, que salió al mercado en 1988, y como predecesor de todas las estaciones de anestesia integradas, es revolucionario formando una síntesis de función, diseño e incluso colores. Aparte de integrar los factores ya probados, también tiene en cuenta que la estación es el lugar de trabajo del especialista en anestesia. Esta filosofía tiene su máxima expresión en el Perseus A500 de 2012, diseñado en estrecha colaboración con clientes de todo el mundo y que ofrece más de 120 opciones de configuración.


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